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Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Bien de Interés Cultural (BIC)

La Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción está localizada en el núcleo central del barrio de la Villa, situada en la parte más elevada de la población, en las inmediaciones del Castillo. El origen del primitivo de este templo está ligado a la fundación que hizo Fernando III tras la conquista cristiana de este territorio almohade en 1240. Entonces, Castro del Río será nominado como cabeza del arcedianato de la Campiña, algo de lo que se tiene constancia desde el año 1255, lo que viene a poner de manifiesto la preponderancia de la localidad en estos primeros años de repoblamiento.

Sin duda, la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción es una de las primeras iglesias rurales del obispado cordobés. Con anterioridad al templo actual, existió otra iglesia cristiana de la que sabemos que estaba dispuesta en sentido transversal a la de hoy, orientada de norte a sur. Esta ubicación podría corresponder a la reutilización durante los primeros años posteriores a la conquista, de la posible mezquita existente de la que hablan algunos autores. Según consta en la Primera Crónica General se deduce que, en 1240, existía en Castro del Río una aljama musulmana.

La iglesia se alza en una planta de tres naves, con cabecera triple y con capillas abiertas al lado izquierdo. Las naves se separan entre sí con arcos de medio punto apuntados que apoyan sobre pilares. Por su parte, las cubiertas con bóveda de arista tapan la antigua armadura mudéjar. Los restos más antiguos están localizados en la cabecera del templo, datados posiblemente a finales del siglo XIII o principios del siglo XIV, hecho viene avalado por la tradición cristiana de comenzar a erigir los templos por la cabecera. Las columnas adosadas a los pilares del ábside central son un reaprovechamiento de fustes y capiteles romanos y árabes. Será a partir de este momento cuando la iglesia adopte un plan definitivamente mudéjar, tanto en su planta basilical como en su ábside marcado por un goticismo tosco.

Esta conjunción de estilos se explica porque el arte mudéjar se concebirá como integrante del arte occidental cristiano añadiéndose e integrándose a los estilos románico y gótico. Desconocemos la disposición del alzado en este momento, pero contamos con un arco de herradura apuntado y enmarcado por alfiz de estética almohade, en el muro de la nave del Evangelio, que pudiera quedar como testimonio de este momento, tanto si nos encontramos frente a un vestigio “in situ” como si hablamos de un arco reutilizado para esta nueva ubicación. Estilos posteriores contribuirán a camuflar estas formas, sobre todo a partir del siglo XVIII, utilizando recursos de gusto barroco en las bóvedas de las naves y del presbiterio, así como en el Sagrario de nueva construcción.

Sería en el siglo XVI cuando el edificio modifique totalmente su aspecto, adoptando la fisonomía actual de características mudéjar. La erección de la portada principal en 1523 está documentada y relacionada con el plateresco, concebida como unidad artística independiente. Sobre ella se alza una torre de estética militar atribuida tradicionalmente a Hernán Ruiz II, construida con posterioridad, que sirve de base para la torre campanario, que sería reconstruida en 1613. Durante esta reforma también se abrió en el muro sur la denominada Puerta de las Gradas, cuyo nombre obedecía a la existencia de escalones para acceder a la misma desde la calle. Con esta configuración quedó dispuesta la actual iglesia manteniendo la organización de tres naves sin crucero, y la central más elevada y ancha que las laterales, cubiertas con una armadura de par y nudillo en la nave central y de colgadizo en el Evangelio y la Epístola.

En torno a 1579, se llevan a cabo en el interior del templo diversas obras, entre ellas los fuertes arcos de medio punto que comunicaban la Capilla Mayor con los ábsides laterales. De esta época data la primera Capilla del Evangelio, llamada de La Virgen del Puerto, en un primer término, y posteriormente del Rosario (actual capilla del Resucitado), fruto de la fundación entre 1579 y 1580 llevada a cabo por Doña Elvira Muñoz de Vargas, viuda del licenciado Núñez. En 1590 se construye la segunda Capilla del Evangelio, cuya advocación respondía a la Virgen de la Encarnación (hoy Capilla de la Vera Cruz) bajo la fundación de Inés Gutiérrez y Leonor Gutiérrez, su hija.

En Marzo de 1593 se ubican en el exterior dos relojes de sol, labrados en piedra y realizados por Pedro de las Ynfantas. Años después de la construcción de la torre-fachada, el mal estado del campanario obliga a levantar una torre nueva cuyas obras se prolongan a lo largo del siglo XVII. Con posterioridad se levantará, en 1642 y en la Capilla del Evangelio, la Capilla de San Pedro y San Pablo (hoy Capilla de San Nicolás). En 1678, se abre la actual puerta lateral de la Parroquia sustituyendo a la de Las Gradas que, a partir de esos momentos, se clausura apreciándose todavía en el muro el arco de entrada.

En el último cuarto del siglo XVII se levanta la Capilla de la Concepció, hoy de San Antonio, primera Capilla del lado del Evangelio. La Capilla del Sagrario se construyó en 1736, en forma de cruz latina y cubierta con bóveda de cañón y lunetos, y bóveda semiesférica en el crucero, decorado con motivos de rocalla. A lo largo de los lustros centrales del siglo XVIII se cubren con bóvedas de arista el artesonado de la nave central y de las laterales.

A principios del siglo XX, en 1903, se realizan algunas reformas en la Iglesia, entre ellas un nuevo pavimento de mosaico hidráulico para el Altar sustituyendo al suelo de ladrillo anterior. En 1949 se construye la Capilla de Fátima, entre la del Rosario (actual Resucitado) y la Capilla del Sagrario, por una devota castreña identificada en la cartela sobre la reja. Durante la década de los noventa, el estado ruinoso del edificio llevó a la clausura del templo, y a la delimitación de su perímetro, al objeto de garantizar la seguridad de feligreses y viandantes. En 1998 comienzan las obras de actuación de la Iglesia que ha supuesto la reparación y refuerzos de la cubierta de la nave central y la de la Epístola.

Posee una gran variedad de esculturas, pinturas y orfebrerías. Entre ellas destaca una imagen de Cristo Crucificado de 1700, la sillería del coro datada en 1717 en madera de nogal, una pequeña tabla de la Virgen del Rosario de 1600 aproximadamente, un fresco de San Cristóbal de 1600 o diferentes óleos sobre lienzos. También encontramos en las diferentes capillas los pasos procesionales que cada Semana Santa desfilan por las calles de Castro del Río junto a las distintas cofradías de gran devoción popular.

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